viernes, 18 de noviembre de 2016

Eugen III









-         - Sígueme, cuando estemos en la calle trata de mantener la distancia y no compartir la misma acera que yo.
-          - Pero ¿Vas a explicarme de qué va esto o pretendes que vaya detrás de ti sin más?
-       - ¡Anda ya! ¿Vas a decirme que no te agrada tenerme delante? – Aquella chica se permitió ponerme ojitos. Por supuesto seguía burlándose de mí.
-          - ¿Eh? – Respondí en un alarde de elocuencia.
-       - Sígueme y cállate criaturita. – Abrió la puerta de acceso a la azotea sin mediar más palabras y me lancé tras ella tras un momento de vacilación.

Seguí a Norna un tanto confuso mientras sentía una mezcla de nervios y aprensión. Lo que me estaba sucediendo era un tanto extraño; había estado a punto de suicidarme o, al menos, de dedicarme a mí mismo una escena dramática y de repente seguía a una mujer completamente desconocida que, sin embargo, parecía tratarme con intrusiva confianza. Me daba la impresión de que ella me conocía bien, lo cual no aumentaba mi confianza en la situación. La seguí fuera de la zona limpia, es decir, la parte nueva y reconstruida de la ciudad, bien surtida de servicios públicos automatizados y edificios de diseños preciosistas impresos sobre el mismo terreno allanado. Las amplias y limpias avenidas con sus estanques y micro-bosques dejaron paso progresivamente a una urbe más clásica a través de calles cada vez más angostas. Los restos de comunes vivían en su mayoría en esta zona, yo tuve suerte en un sorteo de edificios nuevos y vivía en la zona nueva, lo cual no ayudaba a mejorar la percepción de mi mismo en el mundo. Se me ocurrió en ese momento que quizá si me hubiera rodeado de la añeja normalidad de la poca gente tradicional que quedaba soportaría mejor a la sociedad actual. O eso o compararía y entonces sería más deprimente todavía.

Llevábamos andando alrededor de una hora y media y el estado de decrepitud de la ciudad era palpable; los proyectos económicos se habían volcado casi por entero en la ampliación de la zona urbana con nuevos conceptos e ideas, relegando a una somera reconstrucción la parte tradicional de la urbe,  la cual en algunos casos todavía dejaba entrever las heridas de la guerra; manzanas tapiadas que escondían restos de edificios, fachadas agujereadas, edificios prefabricados cerca de antiguos bloques del siglo XX y XXI y ruinas que simplemente estaban ahí y que en ocasiones sorprendían con fosas comunes o cadáveres fundidos en los cimientos y andamiajes. Tras cruzar una esquina vi como Norna entraba en una tienda de instrumentos musicales así que la seguí con una creciente sensación de irrealidad. Parecía que estaba metido en algún programa de espías de baja categoría.

-       - ¡Bienvenido Eloi! – Quien habló era un hombre de aspecto amable entrado en años, apoyado tras un mostrador de cristal vacío.
-        -  Uhm… gracias. ¿Nos conocemos?
-     - Bueno, nosotros a ti sí, como habrás podido deducir. Te lo explicaremos dentro de poco, mientras tanto pasa por aquí. – El viejo señaló una puerta con una sonrisa y sin pensarlo demasiado crucé el umbral.
-      - Disculpe, ¿Cómo ha dicho usted que se llamaba? – Una densa oscuridad me envolvió tan pronto entré en la trastienda. Recuerdo la breve sensación de agobio que sentí cuando noté que no controlaba mis extremidades. Ese día me estaba luciendo; me estaban dejando inconsciente en un lugar completamente desconocido y nadie podría haberlo dejado tan fácil como lo hice yo. Alcancé a escuchar una respuesta teñida con un tono burlón.

        - Siendo como eres, eso ni siquiera te interesa querido muchacho.




-          - Eloi, ¿Cómo estás?
-          - ¿Eh?
-         - No parece un tipo muy avispado… ¿No decías que era un alfa? Su recuperación es pobre y me quedo corto.
-         - Quizá se te fue la mano con el gas
-         - Pero mira su cara, parece… en fin, sus ojos reflejan la intensidad de una ameba.

Aquello era indignante, créanme.

-        - Suéltame y te enseño lo intensa que es una ameba, subnormal. – Intenté ponerle un poco de rabia a mi amenaza pero sonó algo gangosa y definitivamente pastosa. Ah, también forzada. Pero bueno, me sentí orgulloso de plantar cara a ese par de sombras sobre mí.
-         - ¡Mira, se revuelve! Eso está mejor amigo. ¿Dirías que percibes bien tu entorno?
-       -  Quizá si te enfocases tú esa luz en la cara lo percibiría mucho mejor… ¿Quién demonios os habéis creído que sois?
-        -  Sí, creo que nuestro agudo compañero percibe bien nuestras voces.
-        - Quizá podríamos pasar a la siguiente fase, avisemos a Hicso.
-        -  Sigo aquí personajes, ¿Qué mierda estáis haciendo?
-      -  Por ahora nada, pero Hicso vendrá y te lo contará todo. Te recomiendo que disminuyas tu tensión y controles esa burla de ira que expones.
-     -  Lo que Ethan quiere decir es que no hay ninguna amenaza para ti, Hicso es el más apropiado para explicarte en qué consiste todo esto. Déjame decirte que si tras su explicación no deseas querer saber más sobre nosotros simplemente despertarás en tu casa y decidirás sobre tu vida como siempre has decidido sin recordar absolutamente nada. Sinceramente te recomiendo que nos escuches con atención, no has tenido una vida muy interesante si me permites el apunte.
-       -   Me caes mejor tú que Ethan, debo reconocerlo…
-       -   Esa es mi tarea. Me llamo Nero, encantado Eloi.

Intenté hacer algunas preguntas y me respondieron a las más básicas. En definitiva, no sabía dónde estaba pero supe que formaban parte de algún tipo de organización clandestina. La deducción no era muy brillante, pero al menos percibí que no corría demasiado peligro. Además Nero tuvo la amabilidad de cubrirme los ojos con un antifaz para evitar la luz cegadora que me estaban aplicando. Estaba a solas con Ethan cuando llegó Hicso. Por la manera que tenían de hablar de él esperaba una voz grave e imaginaba un tipo carismático con cicatrices, lo que esperas de un antiguo combatiente rejuvenecido tras la guerra. La voz de niño y la gracia al explicar las cosas aumentaron aun más mi desconcierto.

-       - ¿Cómo estás Eloi, te han tratado bien mis amigos?
-       - ¿Eres Hicso?
-     - ¡Sí, tengo el gusto! Disculpa mi reiteración querido Eloi pero tu estado me es importante, ¿Estás bien?
-       -  La silla es cómoda y el antifaz útil. Quizá aflojaría un poco las ataduras.
-      - Bueno, me temo que eso por ahora no es posible. Veo en los monitores que la circulación de tu sangre es óptima, así que créeme si te digo que no corres riesgos. – La voz y la cadencia de Hicso me resultaban familiares. Esa manera de hablar era demasiado correcta como para resultar completamente natural.
-        - Dime Hicso, eres un eficiente, ¿verdad?
-       - Pues sí, ¡aciertas de nuevo mi perspicaz amigo! Contándote lo que te voy a contar entenderás que no puedo repetir que tengo el gusto de ser lo que soy, aunque mantengo que efectivamente adoro ser quien soy.
-        - Eso suena un tanto extraño. Ser quien eres es resultado directo de ser lo que eres.
-      - Claro, desde luego, pero déjame proponerte una situación. Imagina que lo tienes todo Eloi, todo. No obstante ese todo que posees pende de un hilo tan estrecho que no solo no está bajo tu control si no que es terriblemente endeble. Piensas rápido, digieres rápido y te desarrollas rápida y maravillosamente. Pero Eloi, todo eso es mentira, estás completamente subordinado a los caprichos químicos de un dios. Ese dios te ha llenado de complacencia y seguridad en ti mismo y, sin embargo, nada de quien eres se relaciona con lo que tú eres. Has resultado así sin que tú hayas decidido cómo llegar hasta ahí. Comprendes que eres casi perfecto pero de súbito comprendes que tú no eres tú, tú eres quien ha sido diseñado para ser. Sé que pensarlo es un poco extraño, pero déjame augurarte que antes de la siguiente media hora habrás comprendido a la perfección a qué me refiero. Por fortuna ese dios que te mencioné es absolutamente falible y alguna que otra oveja del rebaño se le ha escapado. Esta oveja te va a explicar en qué consiste esta aventura en la que te has embarcado.

Lo que Hicso me contó casi me hizo admirarle y compadecerle por lo que era. Ellos, los eficientes, estaban diseñados para ser como eran hasta un punto mucho más grande que lo meramente físico. Estaban diseñados para ser dóciles y orientados a realizar tareas del mismo modo que los funcionales pero de una mayor complejidad. La situación era como si yo no pudiera tomar ninguna decisión durante toda mi existencia, como si todo lo que hiciese estuviera absolutamente preparado. Alguien podría decir que esa es exactamente nuestra realidad, pero cómo estaban ellos diseñados era algo que trascendía al concepto de alienamiento social; ellos actuaban exactamente como estaba prediseñado que lo hiciesen, no gozaban de ninguna libertad real y desde su vida profesional a su mundo privado todo estaba decidido. Qué harían al llegar a casa, qué programa verían en televisión, de qué tema hablarían con sus congéneres y cómo afrontarían las situaciones que la vida les impusiese eran conceptos que no se planteaban pues ya estaban decididos en sus estructuras lógico-racionales, dicho de otra manera, los eficientes no pensaban, solo actuaban de una manera continua que a un observador externo le parecería la mejor en cada momento. No es que ellos llegaran siempre a una buena conclusión, es que esa conclusión ya estaba decidida en su cerebro.

Aquello de por si era muy violento. Tantos padres pensaban que sus hijos serían lo mejor que sus genes pudieran ofrecer más alguna ayuda externa cuando realmente estaban produciendo una suerte de autómatas orgánicos sonrientes y saludables. Esta información que recibía desde la oscuridad provocada por mi antifaz estaba lejos de terminar ahí, Hicso me contó que algunos eficientes despertaban a lo largo de su existencia, algo en su sistema de acondicionamiento fallaba y cobraban conciencia de sí mismos. Imaginé que sería un número muy limitado de ellos así que me sorprendió saber que la proporción eran unos tres de cada diez. Con un porcentaje del 30% rápidamente pensé que sería imposible que esto que Hicso me contaba no fuera conocido por el resto de la población, pero también me aclaró esa duda: Los sistemas de control social detectaban estos despertares y, mediante una simple variación en la química de la atmósfera en el hogar o puesto de trabajo del eficiente lo desconectaban, que es una manera muy suave para decir que los asesinaban. El resto de testigos eficientes o funcionales simplemente borraban ese recuerdo de sus cerebros previamente diseñados para tal fin.

La sociedad que había puesto sus ojos en mi estaba formada por disidentes de este proyecto que aprovechaban las carencias de vigilancia en las zonas aun medio destruidas de las ciudades. Su tarea consistía en ser más rápidos que el Sistema de Control Social en detectar a los despiertos y tratar de salvar a cuantos más eficientes pudieran mientras reclutaban comunes para la causa. La situación requería premura pues en una generación más quedarían pocos comunes que reclutar y la organización estaría condenada a desaparecer mediante simple vejez. El SCS les cazaba pero sabía que el tiempo era su aliado. Por otro lado el fin de este grupo no era eliminar la variabilidad genética selectiva y la reproducción asistida artificial, conocían bien los precedentes históricos que la humanidad producía por sí misma, si no tan solo otorgar a la nueva humanidad una libertad de decisión individual desde un punto de vista privilegiado como eficiente libre de acondicionamiento. Dicho de otra manera; los comunes estábamos simplemente avocados a desaparecer resultara de una manera u otra. El mundo PPG sería para la neo-humanidad, no para nosotros, pues el fin de esta organización clandestina era inmolarse por un colectivo que les trataba con arrogancia artificial mientras trataban de salvarles de una situación que ni siquiera estaban diseñados para percibir a la vez que, año tras año, se dirigían hacia la extinción como especie.

-      - Te cagas… - Respondí a Hicso en otra elocuente perla en lo que iba de día.

-     -  Exactamente Eloi, debes creerme si te digo que a mí no se me hubiera ocurrido una sinopsis tan genial como esa. – El muchacho respondió con toda naturalidad y alegría, como si lo que me acabase de contar no le afectase en absoluto. – Ahora, amigo, es cuando decides si estás dentro o fuera de nuestra excelsa sociedad liberadora. 

martes, 1 de noviembre de 2016

Eugen II


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Tras la caída de la URSS y el auge de los conflictos asimétricos en el panorama internacional quedaron claras dos conclusiones inmediatas; por un lado Occidente se había impuesto como potencia militar hegemónica y absoluta y por el otro se puso de relieve que los ingentes tamaños de los ejércitos occidentales eran no solo absolutamente caros a la hora de ser mantenidos, si no completamente inútiles en cuanto a tamaño se refiere. Mediante una serie de coreadas alianzas, tales como la OTAN y el EUROFOR, los diferentes países integrantes deciden compartir las responsabilidades y conformar una suerte de ejércitos que formaban parte teórica una gran coalición integrada, multiplicando fuerzas y capacidades. Esto, unido a los antes mencionados conflictos asimétricos, tuvo como resultado la creación de ejércitos dotados de una alta tecnología y muchos menos miembros que los ejércitos de la llamada guerra convencional. La hipotética paz que disfrutó Occidente durante décadas trajo de la mano una relativa complacencia de sus sociedades, ajenas a una realidad cada día más cruda. La existencia de dichos ejércitos altamente desarrollados permitió que los conflictos tuviesen lugar en áreas que los medios de comunicación hacían parecer de otro planeta, alimentando más esa sensación de confianza artificial que la sociedad “desarrollada” poseía.

Aquello nunca estuvo destinado a ser eterno. China había ido desarrollando una progresiva modernización de sus ejércitos, dotándolos de una capacidad de proyección estratégica (poder desplegar unidades autosuficientes a varios miles de kilómetros de sus fronteras) creciente que le permitió anexionarse gran cantidad de territorios a su alrededor al comienzo de la guerra, haciéndolos servir de puente para invadir África, previamente colonizada durante el siglo anterior. Para el año 2142 su ejército no tenía nada que envidiar a los ejércitos de Occidente. Por otro lado y en consonancia con esta sorpresiva escalada militar, Rusia desató en 2144 su también brutal ejército sobre la Europa eslava, considerando derechos históricos sobre estos territorios antaño parte de lo que se conocía como “Imperio Soviético”. Lo único positivo del comienzo de la guerra fue que las políticas de desarme nuclear habían dado sus frutos, la amenaza atómica formaba parte de un segundo plano dado que las necesidades imperativas de cada potencia eran la obtención de recursos energéticos de manera desesperada, no la destrucción de los mismos así como sus medios mecánicos de obtención.

La guerra se desarrolló mediante amplios despliegues de unidades convencionales y Europa no estaba ni remotamente preparada para eso. Los analistas de información vieron como año tras años sus hipótesis más peligrosas pasaban a ser hipótesis más probables mientras, desesperados, trataban de hacer que sus gobiernos corporativizados empatizasen con la situación. Una sociedad dividida, empobrecida y ajena al mundo sumado al poder menguante de unos gobiernos corruptos crearon una gran oportunidad para las potencias Neo Soviéticas y chinas de iniciar un conflicto que se presumía concluiría con rapidez. No obstante y, comenzando en Polonia, los ejércitos europeos contuvieron la marea rusa. Las bajas eran atroces y dichos ejércitos, tanto unos como otros, simplemente no estaban diseñados para la magnitud de ese conflicto. Los reducidos tamaños y alta tecnificación se anularon los unos a los otros y la guerra no tardó en derivar en un conflicto clásico como el que aconteció en la década de 1940. Esta inesperada situación estuvo unida desde el principio al factor población; millones de habitantes vivían hacinados en las megalópolis europeas, así como millones vivían en las ciudades de Rusia. Los rearmes y reclutamientos constitucionales dieron lugar a ejércitos ingentes rápida y pobremente armados que chocaban unos con otros como si de una guerra antigua se tratase. Los muertos se contaban por millones en pocos meses y los restos de los ejércitos regulares se conservaban como unidades de élite cuya utilización debía estar plenamente justificada mientras centenares de miles de civiles militarizados se dirigían a los diferentes frentes de combate.

Mientras tanto África había sido convertido en un gigantesco tablero de ajedrez. Los países en vías de desarrollo que lentamente habían ido progresando durante el siglo XXI se vieron obligados a unirse frente a la guerra que Estados Unidos mantenía con China por el control de la todavía enorme cantidad de recursos que ese continente poseía. Un conflicto a tres bandas obligó a los contendientes a luchar de manera asimétrica y convencional al mismo tiempo; los africanos carecían de la tecnología necesaria para plantar cara a unos u a otros, pero aun así decidieron hacer pagar caro a cada invasor por su intromisión en África, largo tiempo subyugada al potencial económico de Oriente y Occidente. Mientras tanto los estados mayores de los ejércitos americanos y chinos se fintaban, contragolpeaban y economizaban esfuerzos en una guerra mucho menos sangrienta pero más decisiva que la guerra en Europa. Mientras se desarrollaba esa lucha, ambos países delegaban en sus aliados las guerras por Japón, Filipinas y Australia, territorios todos ellos anegados de combatientes chinos y coreanos que trataban simplemente de colapsar los frentes con fuego automático, haciendo imposible la defensa efectiva a cada gobierno regional, obligándoles a armar a sus poblaciones para mantener una suerte de guerra parecida a la europea.

Es dentro de esta mortandad y entre los años 2146 al 2163 cuando tiene lugar en Suiza, dentro de las antiguas instalaciones del CERN, el proyecto GenWar. Partiendo de los estudios que tuvieron lugar desde el 46, en el 2148 se comienzan a crear los primeros cigotos genéticamente modificados y adaptados a las necesidades imperantes del momento histórico: La guerra. Al mismo tiempo que generaciones enteras se perdían en un conflicto interminable, los genetistas y científicos de GenWar daban a luz centenares de miles de futuros combatientes a los cuales sobrealimentaron para acelerar su crecimiento como si de ganado se tratase y a quienes armaron con los últimos remanentes tecnológicos disponibles. La última apuesta europea estaba hecha. El resto de la guerra es bien conocida por cualquier alumno de la posguerra o, más bien, de los años PPG. Diecisiete años después del comienzo de las investigaciones, las hordas de soldados modificados barren los escenarios de combate de una manera que costaría siglos olvidar; los millones de soldados rusos de baja calidad que luchaban en estos conflictos fueron completamente masacrados mientras los millones de soldados europeos de baja calidad se limitaban a llorar y a vomitar. Tras capitular Rusia, se redespliegan a estas tropas en el escenario africano con idénticos resultados. Para 2165 la guerra ha terminado. A lo largo de los siguientes años, para 2175, todos los soldados de GenWar han muerto debido a la imposibilidad de sus organismos para soportar la tremenda cantidad de variaciones genéticas a las que se habían visto sometidos. Una cantidad de millones de muertos cerca de la mitad de la población mundial del siglo XXI e incontables ciudades devastadas e irrecuperables son solo las consecuencias más visibles de un conflicto que ha durado demasiado como para ser olvidado.


Las siguientes sociedades son creadas genéticamente y acondicionadas para ofrecer lo mejor que tiene la especie, no tardando en configurar diferentes calidades de seres humanos. Es ahora cuando se empieza a hablar de años PPG, cambiando el calendario en algún punto cercano al año 2200 y reconfigurándolo al año 0PPG. Nuevos problemas agitan a la población de las ciudades impresas en 3D que tratan de reconstruir la especie. La lucha entre individualidad y colectivismo no ha sido nunca tan tangible puesto que la humanidad se divide entre comunes y eficientes, estos últimos valiéndose de disminuidos genéticos conocidos como funcionales solo aptos para labores específicas. ¿Podrá la especie adaptarse al nuevo rol, asumirán los comunes el ocaso de la antigua civilización para dar paso a la nueva humanidad? ¿Perderán los eficientes la salvaje humanidad que tanto dolor y avances ha causado a los comunes en su eterna dualidad, o crecerán como líderes indiscutibles de una sociedad compuesta por esclavos felices mientras ellos rediseñan el concepto de Homo Sapiens?