martes, 6 de noviembre de 2018

Eugen V








El entrenamiento no era algo sencillo, era asequible pero no sencillo. En realidad y desde la guerra todos los jóvenes recibíamos ciertos conocimientos militares durante nuestro periodo de instrucción social. La educación clásica como tal se había vuelto a estructurar de manera que se adecuase a las necesidades de cada individuo. No tenía sentido educar en geografía, por ejemplo, a un funcional y para los comunes quizá fuese provechoso buscar su especialidad ya que no poseían a priori ninguna característica especial. 

El asunto es que es aspecto físico y militar tenía cierta importancia en los centros de instrucción social, así que muchos conceptos no eran nuevos para mí. Si lo era, sin embargo, la intensidad. Hicso y Nero no escatimaban en esfuerzos para hostigarme y motivarme, siempre con una molesta sonrisa mientras me zarandeaban, golpeaban o me llevaban de vuelta a un obstáculo en la pista de agilidad. 

- ¡Qué sorpresa, te caíste de nuevo! - Ah sí, también estaba Norna. Muy ágil ella, tanto que resultaba molesto verla brincar y balancearse de estación en estación. 

Junto a mí también había otros comunes recibiendo adiestramiento; "alfas", tal y como nuestros adiestradores decían. Que no fuésemos diseñados antes de nacer no nos hacía necesariamente inútiles, así que al parecer algunos de nosotros no estábamos mal del todo y El Movimiento podía sacar partido de nosotros. Perdone el lector... El Movimiento. Sí, así decidieron llamarlo en un clásico alarde de eficiencia en el lenguaje. No se organizó ningún comité ni ninguna junta para decidir el nombre de aquella extraña rebelión; simplemente comenzó y puesto que crecía y se "movía", por inercia se comenzó a denominar "El Movimiento". Pero volvamos al entrenamiento puesto que no todo era saltar y golpearse.

- Este dispositivo tan avanzado es una omniherramienta. - Hicso nos mostraba una especie de bloque metálico con diferentes junturas - Os servirá para muchas cosas, tiene infinidad de usos y se encuentra directamente conectada a nuestro centro de control. Con ella podréis generar calor suficiente para, por ejemplo, cortar una alambrada. Pero no todas sus funcionalidades son tan prosaicas, claro, así que mirad - el chisme se abre - esta conexión es universal y se adapta a docenas de diferentes aparatos, sistemas y computadoras, así que básicamente podréis acceder (gracias a nuestra ayuda desde el centro de control) a un 95% de terminales de la Corporación. Recordad una cosa antes de iniciar la práctica con ella; si tras la configuración pre-misión la toca alguien que no seáis vosotros estallará de una manera muy exagerada, así que os recomiendo ponerle una pegatina de colores si sacáis varias de ellas a la vez - La sonrisa de Hicso, de alguna manera, nunca lograba tranquilizarme - ¿Alguna pregunta? 

- Sí - dije -¿Qué ocurre con el otro 5% de terminales que no sean accesibles, cómo las identificamos?

- ¡Siempre tan agudo, sabía perfectamente que jamás nos equivocamos contigo!, lamentablemente, mi querido Eloi, no tenemos respuesta para ello por ahora. Existen terminales muy seguros con un cifrado de altísima calidad, pero también pueden ser errores producidos por la misma omniherramienta. Si eso sucede creo que descubriréis útil nuestro adiestramiento en brincos y patadas, tal y como tú mismo lo llamas amigo mío - Se suceden una serie de sonrisas nerviosas. Vagamente intuimos que si ese aparato nos delata, moriremos. - Pero, ¡basta de hablar amigos!, coged una omniherramienta y tratad de descodificar el bloqueo de aquellas puertas blindadas. Después debéis probarlas en estos ordenadores de acceso. 

Nuestro aprendizaje era largo y, en ocasiones, tortuoso. De una manera extraña y ridícula habían simulado mi muerte y me encontré viviendo en el subsuelo mientras jornadas de instrucción se sucedían agotadoras una tras otra. Nunca pregunté quién fue el tipo que utilizaron para simular mi cadáver, aunque supuse que sería un desdichado funcional. El tema era que mi vida había tomado un cariz emocionante y no sentía que hubiese hecho nada especialmente difícil para alcanzar este punto, era como si simplemente alguien me hubiese puesto ahí como si fuera la cosa más normal del mundo y, vaya, estaban enseñándome a infiltrarme, disparar y, bueno, vale, brincar como un mono. 

Descubrí que no era mal tirador, especialmente con carabinas cortas. Las enseñanzas referentes al combate cuerpo a cuerpo eran abundantes y no era ni bueno ni malo, iba escapando y aprendiendo algunos trucos. Nero, que poseía un físico afilado e imponente, era el encargado de enseñarnos estas destrezas y juraría que no perdía una oportunidad para rebozarme por el suelo frente al resto de compañeros. Norna, por su parte, se afanaba en hacer que me cayese de cuerdas y escalas, que me golpease contra postes y, a su modo, que también me rebozase contra el suelo. Quizá pueda pensar el lector que dramatizo, y así es, pero también es cierto que el suelo se convirtió en un lugar muy íntimo para mí. Algunas veces el suelo era un tartán blandito y otras, las más, era cemento duro y resinoso. 

Los 23 alumnos seguimos esa rutina durante varias semanas y, después, durante unos pocos meses más. La comida era saludable y abundante, así como cómodos eran los alojamientos. Poco a poco se nos fue enseñando cómo íbamos a enfrentarnos a las diferentes empresas que orbitaban alrededor de La Corporación y de qué manera teníamos previsto frenar el aparente desenlace que le esperaba al mundo desarrollado. La cosa abrumaba, la verdad, y estaba estimado que en una generación y media los comunes fueran una dramática minoría y la sociedad se organizase en castas ordenadas y controladas en el sentido más literal que el lector pueda entender. No ya publicidad, tendencias o mensajes subliminales, no. El control iba a ser absoluto y lo gris del futuro nos hacía empatizar cada vez más con la causa. Y con el suelo, vale, pero también con la causa. 

La primera misión tuvo lugar unos dos meses y algo después de aquel paseo por las calles a la zaga de Norna y, créanme, tuvo de todo... 


domingo, 16 de septiembre de 2018

Eugen IV

Resultado de imagen de future fighter


-          -Triangulando coordenadas de ataque. Proceso concluido, coordenadas generadas. Proceda sobre X3450/Y5689. Edificación ligera. Destrucción requerida. – Voz mecánica, procesos automatizados. Los datos se reflejan en el visor del casco. El canal por voz es redundante, mera deferencia para que los componentes más primitivos del cerebro de un ser humano sigan el ritmo de la acción y aquellos vestigios de la comunicación no se resientan.

-         - Coordenadas recibidas en 34-56, vector de aproximación trazado. 14 segundos.

-        -  14 segundos. – El aparato corta el cielo como si la resistencia que opone la gravedad y el mismo volumen del aire no existiesen. Propulsión por fusión controlada. "Mi objetivo estará destruido sin percibirme" Piensa el piloto.

-         - 5 segundos. – Es un pensamiento que le reconforta de alguna manera. Matar es más sencillo así. Siempre lo había sido, pero desde hacía un tiempo se aferraba de forma extraña a eso: ellos no sabían qué iba a pasar y de repente no existían.

-         - 5 segundos.

-     - Impacto directo. Valoración: Enemigo destruido. Inicio procedimiento de recuperación. Tiempo aproximado para recuperación… 4 minutos.

-        -  BDA: Destruido. STR: 4 minutos. – La impersonalidad del sistema de coordinación todavía se le hace difícil de digerir. Esta vez el enemigo era un conjunto de chozas aisladas. El cazador desconoce quién estaba dentro, un ente recién vaporizado, ignorante a su destino o si había alguien si quiera. A veces las misiones solo pretenden medir la lealtad moral hacia la Confederación por parte de los pilotos. Ha sido diseñado para afrontar ese trabajo con eficiencia. Es un eficiente y, de alguna manera, hace tiempo que se cuestiona la utilidad de su función. Cree que eso no estaba previsto cuando fue concebido.
        
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-         - ¡Bienvenido Hilas!, ¿Has encontrado propicia la misión? – El operario técnico de psicología y moral suele tardar en llegar menos incluso que los mecánicos aeronáuticos a cargo del caza. Como pieza del engranaje el piloto era muy caro y los cuidados, para qué mentir, eran magníficos. Buena comida, atención médica y psicológica, cuidado de sus implantes al día, sin fisuras. Las tribulaciones emocionales no podían, desde luego, deberse a su calidad de vida. 

-    -Afirmativo Catorce-Sigma, misión propicia, sin novedad en el ejecutado. Gracias. - Asepsia en la comunicación. Es uno de las cualidades más valoradas en la escuela aérea. Todos la ejercitan aun solo siendo innata para unos pocos. Para Hilas tal manera de hablar es artificial y forzada, pero le aporta la comodidad de la distancia que puede mantener con alguien. La precisión, enemiga de la empatía, favorece su aislamiento. 

-    -  ¡Eso me reconforta enormemente! Permíteme indicarte que deberás entregar tu informe en 27 minutos. Tu bandeja de asignación es la número 25 esta vez. Procura visitar al psicobiólogo, es una propuesta que realizo de manera intuitiva y personal. – Los ojos de aquel funcional poseían implantes que transmitían el estado anímico y constantes del sujeto de análisis directamente al centro de control. Si ellos habían percibido los cambios o si eso se reflejaba en la química hormonal que el piloto emanaba, nunca llegó a saberlo. Hilas asiente una vez, enérgico y escueto, no tiene sentido dialogar más con aquel ser, la tarea del mismo solamente es proporcionar una cara amable que oculte el profundo estudio post-misión que se efectúa por sistema a cada piloto. 

- El informe es entregado  a tiempo, rutinario, limpio y conciso. Hilas acude después al área de nutrientes. En el pasado aquellos lugares se llamaban cantinas o comedores, pero se acabó poniendo  mucho énfasis en que la utilidad de esa amplia sala no debía ser confraternizar, tan solo recargar el organismo a nivel energético. No obstante las investigaciones que limitaban las funciones y características humanas tales como el libre albedrío todavía no estaban tan desarrolladas como para evitar que ciertos sujetos (cada vez menos) se hermanasen hasta cierto punto como los guerreros de antaño.

-         - ¡Hilas, aquí! Siéntate hermano. – Fineo, piloto de su ala. No solían coincidir en combate puesto que aquellas aeronaves operaban en solitario, su armamento y tecnología solía marcar la diferencia y un solo caza era más que suficiente para concluir la mayor parte de misiones. Por ese motivo tampoco en los tiempos de asueto los pilotos tenían muchos compañeros con los que intimar.

-        -  Salud Fineo, hace semanas que no te veo. Tenía la esperanza de ver tu nombre en el plano, no obstante aquí estas, engordando tu cuerpo. Cada día más abotargado, por cierto – El plano había sido durante la guerra un enorme mapa estratégico que hoy se utilizaba como tablón de anuncios. Normalmente se informaba durante 16 horas de las bajas sufridas, con lo cual aquella era una macabra broma fruto de la confianza. Broma que sería probablemente archivada y analizada gracias a los micrófonos situados por toda la instalación. 

-        -  Siento decepcionarte amigo, aun me quedan unas cuantas leguas que surcar, no obstante… Tienes peor cara. ¡Perdóname, olvidé que tus genes no buscaban la belleza! Es muy desconsiderado recordarte lo incómodo que resultas cerca, mis disculpas hermano.  

-        -  Eres una babosa – Entre Fineo e Hilas siempre hubo complicidad y amistad. Sus bromas eran vistas como algo peculiar y la unidad psicobiológica había tomado buena cuenta de la propensión a la risa entre aquellos dos individuos. Ellos dos intuían que la siguiente hornada de pilotos no se les parecería en ese aspecto. Poco a poco se iría alcanzando la eficacia total. 

-        -  ¡No sabes cómo me acabas de ofender!

-       -   Seguro que ha sido así, pero dime, recibí tu mensaje y no pude responder. ¿De qué querías hablar?

-      -    Ah, no era importante, no en este momento. ¿Dime, fue la propicia la misión? – Hilas captó la reserva de su compañero. Aquello era, no obstante, interesante; ¿un eficiente como Fineo intrigando?

-        -  Si, lo fue. Existen todavía conceptos e ideas que querría pulir. Conocer, ya sabes. Conocer es el futuro y eso.

-       -   Claro, debes esperar un tiempo y poco a poco acabas por entenderlo. ¡Yo ya lo hice! Y mientras tú te pones a mi nivel, creo que será mejor que te fijes en quién acaba de entrar. – Conocía esa broma, pero era parte de su complicidad. Miró hacia la puerta fingiendo caer en la trampa y Fineo le quitó una porción de comida de la bandeja.

-         - ¿Ya está el nene contento con su broma?

-          -¡Siempre!       

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Durante el siglo pasado los primeros pilotos humanos que concluían sus misiones debían lidiar con las consecuencias de sus actos mucho después de la operación. En la soledad de sus habitaciones y hogares rumiaban e imaginaban cómo debió ser el final de aquellos infelices en tierra. Después, si tenían suerte, simplemente se acababan insensibilizando o, por otro lado, acaban deprimidos o bajo tratamientos. Algunos recurrían al suicidio.

No era el caso de aquel piloto. Para el no había remordimiento o dolor, no había dudas morales. Se cuestionaba la utilidad de acabar con simples humanos haciendo uso de armamento tan caro y sofisticado teniendo fuerzas de tierra más económicas e igual de eficientes para esas tareas básicas. Y, de repente, un día sintió una extraña punzada. Un desconocido vacío. Algún remanente escondido en sus genes empujó a la luz un atisbo de empatía, herramienta básica desde hacía milenios para la especie. Tiempo después comprendió que su acondicionamiento era deficiente y la química de su organismo todavía tenía un amplio margen para sentir, experimentar y adaptarse.

Preso de ese vacío se limitó a sentarse en su cama y analizar su vida hasta ese momento. De vuelo en vuelo, de masacre en masacre. Docenas de objetivos abatidos y un erial a su paso. Todavía no sentía culpa por sus actos, pero esa sensación de vacío lo aprisionó durante horas y, por primera vez, su raciocinio acelerado no encontró una solución lógica o una justificación suficiente. Él mataba. Mataba con profusión, con habilidad y con conocimiento. Mataba mucho.

Habían transcurrido unas horas desde el encuentro con Fineo y el aislamiento autoimpuesto cuando notó una ligera vibración en la muñeca. Mensaje entrante. Con un impulso cerebral dio acceso al mensaje directamente sobre su campo visual y pudo leer: “HGR-71B. 30 minutos”. Eran las siglas del hangar 71B, una zona secundaria para almacenaje de repuestos que no eran de primera necesidad. Nada más complejo que herramientas, accionadores, rótulas y rodamientos. Sin pensarlo se levantó y marchó en esa dirección. Quien hubiese escrito ya habría tomado las medidas de seguridad adecuadas para que su ruta hacia allá fuese discreta, de lo contrario siempre podía aludir necesidad de equipo personal en 70B, que hacía las veces de repositorio de uniformes y material individual.

-        -  Las cosas están cambiando, ¿verdad? – Escuchó Hilas tras deambular entre los pasillos del hangar. La voz provenía de un hombre equipado con la vestimenta de los operarios clase B-2, mantenimiento, funcionales dotados de habilidades avanzadas para la organización y la clasificación de materiales.

-         - No detecto conexión red contigo. ¿Quién eres? Eres común.

-          -Lo dices de una manera que suena como un insulto.

-         - Disculpas.

-       -  Aceptadas. – La respuesta sonaba como una burla y su interlocutor adoptó una voz robótica. El piloto sonrió para sus adentros, era una buena sensación muy poco común – Escucha, Fineo nos habló de tu despertar. Debes venir con nosotros y siento decirte que debe ser ahora. No te queda mucho tiempo. 

-       -   ¿Cómo, de qué estás hablando? 

-       -   A ver, no es algo excepcional lo que te acaba de ocurrir, pero ellos también lo saben y te liquidarán dentro de poco. Me llamo Eloi y ha sido muy difícil colarme aquí, así que decide ya si vienes o no.

-       -   Voy. - La respuesta fue rápida, directa. Estaba acostumbrado y diseñado para realizar un análisis rápido de su entorno constantemente. 

-         - Vaya. No esperaba que fuese tan sencillo. - Eloi pareció confuso por un segundo.

-        -  Claro cielo, tú siempre lo complicas todo. – Esta vez la voz era de mujer y estaba a su espalda. "Claro, si hubiese decidido dar la alarma ella me hubiera eliminado" Pensó Hilas. Trajes de camuflaje y absorción de información. Hacían casi imperceptible a un portador con los conocimientos necesarios. Esos trajes gozaban de utilidad frente a la percepción física y al análisis de redes. Desde luego aquella mujer tenía esos conocimientos y el individuo, Eloi, al carecer de conexión red, se convertía en otro elemento difícil de rastrear.

-        -  Si, Norna, lo que usted diga. Como viene siendo habitual - Hilas detecto ironía en el comentario. Música para sus oídos, descubrió admirado -  ¿Nos vamos o te queda alguna aparición espectacular más?

-       -   Me gusta cuando te molestas, pequeño. Tengo el transporte listo. Piloto, tú primero bombón, en dirección al 72A, escotilla de residuos 13. Transporte de carga número 25. ¿Entendido? – El piloto juró que Eloi se agitaba ligeramente cuando ella le llamó “bombón”.

-         - Entendido. Cuestión… ¿Fineo?

-      -    El nos hace un gran servicio aquí dentro así que por ahora ha decidido permanecer en la instalación. Le debes mucho más que la vida. Eloi cariño, te dejamos solo.

-       -  Ya, la próxima te expones tú. Diva… - Eloi masculló y se perdió entre los pasillos del hangar rápidamente. Se notaba destreza en sus movimientos, entrenamiento reciente.

-       -   Este muchacho… Bien, Hilas, carnicero, nos reuniremos allí en un momento. Créeme, esto te va a gustar.

-        -  Estoy seguro de que tienes razón.