Ocurrió tras la tercera gran
explosión universal. Hicieron falta eones eternos para que las estrellas
cedieran su supremacía a los cuerpos menos brillantes, clamantes de atención. Dichos
cuerpos representados por los planetas exigieron tener su oportunidad en
Universo. Traviesas las estrellas, consintieron en su formación. Algunas de
ellas, llegado ya su momento de morir, decidieron formar parte del gran juego
produciendo con sus explosiones la magia que había de ser necesaria para que
los planetas tuvieran forma. Pero las estrellas no iban a ceder tan fácilmente,
si bien Universo dictaba las normas, eran ellas las encargadas de llevarlas a
cabo, siempre bajo su férreo control.
- Así pues, queréis existir y vivir a costa de
nuestra luz...
- ¡Por supuesto! El derecho a la existencia no es
solo vuestro, ardientes señoras, ha llegado un nuevo orden, detened vuestro
violento juego y dejad de destruir el negro tejido de la existencia, permitid que los hijos de Universo podamos disfrutar
de su obra.
Ya nada recuerda cuantas pugnas
hubo entre la hegemonía de las estrellas y el auge de los planetas, pero las
primeras impusieron sus normas inclementes, subordinando a sus hijos bajo su
control durante millones de años.
-
Si tanto deseáis ser creados, asumid pues esta
realidad: Para toda la eternidad bailaréis al son que nosotras os impondremos,
lucharéis entre iguales a lo largo de millones de años; colisionad, estallad,
morid y prevaleced si sois dignos de la luz que solo nosotras producimos y
produciremos, pues es lo último que os imponemos; la luz será solo nuestra hija
y vosotros, mineral o gas, nunca podréis emitirla pues no amáis su brillo de la
manera que nosotras lo hacemos.
De esta manera terminó la
hegemonía estelar y comenzó la era de las galaxias, donde las estrellas,
celosas unas de otras, competían con atraer a cuantos más planetas posibles
mientras estos luchaban contra todos los restos que las estrellas moribundas
habían generado al morir. Algunos de estos restos se convertían en planetas,
otros de maligna naturaleza hacían estallar con ira a los más jóvenes e
indefensos. Nadie recuerda ya el nombre del oscuro resto que impactó en la
joven Tierra, estando a punto de apartarla de la competición que era la más simple
existencia, pero sucedió una maravilla, existió el acuerdo y la concordia: Nació
Luna, la hija de un planeta que ayudaría a Tierra a prevalecer y a
desarrollarse. Nunca se sabrá si Tierra ganó la guerra contra el oscuro impacto
o tan solo convenció a su naturaleza para que la unión fuera posible, pero si
sabemos que Tierra y Luna han conspirado siempre para favorecer a Vida.
Tierra sabía que dependía de Sol
para seguir existiendo así que decidió aprovechar que Sol castigaba duramente a
Mercurio por la osadía de existir bajo su más inmediata sombra. Mientras las
más destructivas atenciones hacían la existencia de Mercurio lo más dura
imaginable, Tierra y Luna crearon a Vida con el peregrino anhelo de que Vida,
miles de millones de años en el futuro, les ayudase a subyugar a Sol y le
hiciesen comprender que incluso una estrella ha de temer cuando el polvo creado
por ellas mismas decide evolucionar hasta el punto de sacudirse de su control.
Vida, ingenua todavía, disfruta de Sol y aprende sus secretos, ama a Tierra y a
veces también la hace sufrir. Esta inconstante hija incluso llego a jugar con
Luna fugazmente, de manera tímida e insegura.
¿Dónde llegará Vida? ¿Dominará la
existencia de Sol y sus hermanas? ¿Acaso Tierra resistirá su crecimiento cada
vez más curioso y expansivo? Una cosa es cierta y Sol es consciente de esta
realidad: Cuando nuestra estrella decida que el juego de Tierra deba acabar,
destruirá completamente en una gloriosa explosión lo que permitió existir
tantísimos millones de años en el pasado. Solo entonces, en ese momento aciago
que aun nos cuesta si quiera imaginar, es cuando podremos comprobar si el
legado de Gaia prevalece más allá de un sueño y su apuesta se convierte en una
realidad que permita a Vida hablar de quien la hizo nacer, de los dos pequeños
y ambiciosos astros la vieron crecer y la impulsaron a conocer a Universo,
quien aguarda paciente el desenlace de lo que todos sus hijos decidan hacer,
quien sabe con qué proyectos en el interior de su insondable existencia…
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